Hace unos cuatro años, en el sudeste de Buenos Aires, empezó a crecer y preocuparnos el cancro del girasol generado por Phomopsis (Diaphorte heliantii), enfermedad de la que nos venían alertando los especialistas del INTA Balcarce, pero a campo la veníamos viendo de forma esporádica y anecdótica.
Estos últimos años tuvimos infestaciones importantes en lotes puntuales, en los que se llegó a incidencias del 38% y con pérdidas de rendimiento de alrededor del 9%, aunque en la mayoría de los lotes se observaba baja incidencia.
Normalmente esta enfermedad se ha presentado ingresando por hoja en vegetativo del cultivo y generando el cancro en el tallo de color café con leche y que degrada los tejidos vasculares interfiriendo en el funcionamiento normal de la planta y pudiendo llegar a secar la planta de forma anticipada, sin que esta pueda expresar su potencial de rendimiento (no le llega el agua al tanque y no puede llenar los granos).
Este año venía muy tranquilo, con bajas incidencias en hoja y tallo, de alrededor del 5% según lote, híbrido y fecha de siembra, hasta que llegamos al estadio reproductivo de R7 (la parte posterior del capítulo comienza a tornarse amarillo claro, escala de Schneiter y Miler) y empezamos a detectar altas incidencias de pudriciones en capítulo.
En los lotes más adelantados venimos relevando incidencias del 30 al 70% con severidades medias. Es el primer año que se presenta en capítulo y estamos trabajando en conjunto con especialistas del INTA, Facundo Quiroz y Juan Edwards, y colegas de otras zonas para tratar de aprender lo máximo posible en estos días en relación a la enfermedad en estas condiciones y cuánto puede afectar el rendimiento y calidad comercial del girasol.
En relación al manejo es muy importante tener en cuenta que Phomopsis sobrevive en rastrojo, semilla y hospedantes secundarios, y sus esporas son diseminadas por el viento, hasta puede pasar de un lote a otro lindero el año siguiente. Una vez que está en un lote es muy difícil que retroceda, con suerte y dependiendo de las condiciones ambientales de cada año, las condiciones serán predisponentes para síntoma en tallo y/o en capítulo.
Lo más importante a tener en cuenta es la rotación de cultivos, la elección de híbridos de mejor comportamiento y el monitoreo profesional para conocer el estado de los lotes y planificar el manejo para adelante. En general se han visto resultados erráticos al control químico con fungicidas.
El momento de empezar a manejar esta enfermedad es aquí y ahora. Debemos cuantificarla y registrar los porcentajes de incidencia en tallo y en capítulo, así como la severidad en capítulo entre R7 y R9 (madurez fisiológica), y los datos de cultivo (las más importantes son: híbrido, rotación, fecha de siembra, distancia entre hileras, densidad de plantas lograda, nivel de nutrición nitrogenada, rendimiento y calidad comercial lograda, entre otras). Una vez que dimos este pequeño paso para el asesor, pero un gran paso para el manejo del girasol deberemos utilizar estos datos para tomar las decisiones de siembra de los próximos años.
Actualmente estamos analizando la necesidad (o no) de secar anticipadamente los lotes con alta incidencia, buscando el momento de madurez fisiológica (con 31% de humedad de grano o menos) para evitar que los capítulos con pudrición se desgranen, y regular las cosechadoras para poder separar bien los frutos del girasol de los restos de capítulos en malas condiciones.
Entonces, no nos olvidemos que Phomopsis es una enfermedad vascular que viene avanzando en el sudeste de Buenos Aires, no podemos controlarla ahora, pero sí podemos monitorear los lotes para aprender y prepararnos mejor para el futuro. No es hora de preocuparnos, es hora de ocuparnos.
El autor es asesor de Agroestudio Viento Sur SRL
Por: Esteban Bilbao
Fuente: La Nacion