Luego de haber quedado, literalmente, reducido a cenizas, Laboratorios Peyte está viviendo un gran momento. Acaban de lanzar al mercado un nuevo coadyuvante, duplicaron sus ventas y ampliarán su planta productiva.
La historia de Laboratorios Peyte
“Pudimos resurgir”, indica a Agrofy News Daniel Aloisi, gerente general de la compañía, cuya planta productiva se incendió en 2018. Tras el siniestro, donde perdieron todo, Daniel, su hermano y su padre, decidieron volver a levantar la fábrica de cero.
Hoy, a tres años del desastre, el empresario se muestra entusiasmado con la perspectiva del lanzamiento de Absolut, el coadyuvante cuya tecnología demandó cuatro años de desarrollo. Se trata de una microemulsión que facilita el manejo y la aplicación de los productos y optimiza la eficacia de los fitosanitarios empleando dosis mínimas, al mejorar su penetración, adherencia y persistencia en las hojas, y disminuir la evaporación durante la aplicación.
Con la incorporación de este nuevo producto, la firma estima crecer el próximo año en un 15%, a la vez que espera acaparar el 20% del mercado de coadyuvantes premium.
En la actualidad el laboratorio fabrica 5 millones de litros de producto por año, se encuentra en el top 10 de empresas nacionales del sector en facturación, y emplea a 80 personas, más 20 que se suman de forma temporal durante las campañas. A su vez, exportan a República Dominicana, Uruguay y Paraguay.
Peyte: el peculiar nombre del laboratorio
El origen de Laboratorios Peyte se remonta a una empresa familiar fundada en 1982. “Mi abuelo se había quedado sin trabajo por una crisis del país y mi papá se acababa de recibir de ingeniero agrónomo. Así que eran dos desocupados. Mi papá agarró un trabajo para vender campos, pero no le gustaba, y en el 82 empezaron los dos con algunos desarrollos de productos de higiene y desinfección de tambo”, relata Daniel.
La empresa se llamaba ProTambo y cuando comenzaron a agregar fitosanitarios y coadyuvantes, decidieron cambiar el nombre. “Un vecino de mi abuelo que tenía una agencia de publicidad le dijo que como la empresa tenía varios años, les convenía mantener el logo p y t. Entonces, en un rapto de creatividad, le pusieron Laboratorios Peyte”, confiesa el ejecutivo.
La firma comenzó de abajo, empezaron a trabajar en fábricas que les prestaban o que las alquilaban en Buenos Aires y luego, pudieron alquilar un galpón que transformaron en fábrica en Venado Tuerto, Santa Fe, hasta que lo pudieron comprar. Finalmente, en 2009 lograron adquirir el primer terreno en el Parque Industrial. “Fuimos creciendo y pudimos comprar el terreno de al lado. En la actualidad tenemos cuatro terrenos en el parque”.
La empresa dejó de lado los productos de tambo y se concentró en fitosanitarios y coadyuvantes. Fabrican una marca propia y también a terceros multinacionales y locales.
Arrancar de cero
Pero en 2018 sucedió lo inesperado. “Cuando estábamos en China con mi papá y mi hermano buscando maquinarias y nuevos registros de productos, pasó lo del incendio, donde perdimos la totalidad de la empresa. No hubo víctimas y los bomberos llegaron, pero no pudieron controlar el fuego y perdimos todo, la maquinaria, la mercadería y algunos vehículos”. Los 5.000 metros cuadrados de planta quedaron destruidos.
“Pudimos cobrar el seguro y, aunque no cubrimos la totalidad de la pérdida, nos sirvió para volver a arrancar”, recuerda Daniel. En ese momento, su padre tenía 62 años y “con mucha garra y empuje” decidió que con el dinero del seguro iba a volver a poner en funcionamiento la fábrica y conservar los puestos de trabajo. Una semana después del incendio,el patriarca realizó una reunión con los empleados de la firma y les dijo: “Muchachos, quédense tranquilos. Nadie va a perder el trabajo, porque necesitamos de ustedes para salir adelante con esto”.
“Con lo que teníamos compramos lo que pudimos y en nueve meses ya habíamos parado una nave industrial y ya estábamos fabricando ahí”, indica el gerente.
Durante el interín entre el incendio y la puesta en marcha de la fábrica, contrataron servicio de plantas “amigas” para volver al ruedo. Además, recibieron ayuda de proveedores que les permitieron hacer los pagos más tarde y de clientes que pudieron pagar antes. A su vez, tenían el dinero del seguro y solicitaron un crédito.
Crecimiento e inversión
“Pudimos recomponernos. Tres años después del incendio pudimos no solo duplicar la planta en metros cubiertos, sino que vendemos muchísimo más que antes”, destaca Daniel y agrega que con una inversión de 2 millones de dólares, a fin de año terminarán los 9000 metros cuadrados de ampliación de la planta.
Asimismo, en los próximos cinco años invertirán 1.500.000 de dólares más para aumentar la fábrica a 14.000 metros cuadrados cubiertos, lo que les permitirá, entre otras cosas, acrecentar hasta 100 o 120 el número de empleados.
Respecto del aumento en las ventas, señala: “Un tropezón no es caída. Veníamos con una tendencia de ventas cada vez mayor y en 2018 tuvimos un bajón, pero pudimos repuntar y vamos a cerrar el año con ventas récord”.
Fuente: Agrofy News