Incertidumbre, hartazgo, falta de reglas claras. Estas son las palabras que asoman, junto con otra que es preocupación, en el diálogo con dos productores agropecuarios del sur de Santa Fe, una zona “privilegiada” de la Argentina por la fertilidad de sus tierras y su cercanía a los puertos, pero donde el pesimismo parece aflorar con más fuerza de cara al futuro político de la Argentina.
Carlos Strólogo, productor oriundo de Armstrong, en el sur de Santa Fe, consideró que “de este Gobierno, en el que mucha gente depositó algo de esperanzas, porque creía que iba a ser diferente, no hay nada bueno que esperar”.
“No cambió nada después del resultado electoral del 12 de septiembre. Todo lo que hizo el Gobierno fue empeorar la situación, con una flexibilización de los cupos de las exportaciones de carne para frigoríficos amigos y las restricciones para la venta de maíz al exterior”, apuntó Strólogo, quien, según su mirada, el actual Gobierno “decidió cerrarse aún más tras la derrota en los comicios”.
Tomás Layús, presidente de la Sociedad Rural de Rosario, productor de Uranga, a 30 kilómetros de esta ciudad, pone a la “incertidumbre” de cara al futuro cercano como uno de los rasgos que mejor pintan la situación actual.
Desconfianza
“El cambio permanente de las reglas de juego genera un escenario de incertidumbre que es muy perjudicial”, ensayó. “Creo que cuando la desconfianza es tan fuerte, como ocurre con este Gobierno, es imposible creer que el futuro va a ser mejor”, agregó Layús.
Strólogo pone otro condimento a la descripción de este momento del campo, el sector productivo más pujante de la Argentina, según él. Este productor, de 64 años, admitió que el contexto lo llevó a tener “una actitud conformista”.
“Aunque parezca increíble a mí ya no me interesa más crecer. El problema que veo es con mis hijos y mis nietos. Por ellos espero que la situación cambie”, afirmó con resignación el productor de Armstrong, el lugar donde se asentó su abuelo proveniente de Italia.
En el corto plazo, Strólogo advirtió que “las perspectivas climáticas no son las mejores ni tampoco el contexto global a nivel internacional, con China prácticamente retirándose del mercado. Sin embargo, los precios internacionales siguen siendo buenos para nosotros, aunque el problema es el atraso en el tipo de cambio y el ahogo de la carga impositiva”.
“Desde hace un tiempo tiene un fuerte impacto para los costos el incremento de los insumos en dólares. Este es un problema peor que las retenciones. Fertilizantes que costaban hace dos años 300 dólares ahora salen 900. Pasa lo mismo con el hierro y los repuestos”, indicó el productor, que enfatizó: “Sólo nos alcanza para vivir bien, pero no podemos pensar en crecer en este contexto”.
Layús reconoció que la última campaña “fue buena en materia de rendimiento por los precios internacionales. Pero estas ventajas no se pueden reflejar por el tipo de cambio diferencial. Como cualquier industria o comercio tenemos que producir más para poder mantenernos. Es muy difícil pensar en crecer con todos estos condicionamientos contraproducentes”.
“La compra de insumos ha tenido un incremento importante y hay productos que empiezan a escasear porque son importados”, admitió.
El productor de Uranga, en el sur de Santa Fe, afirmó que al sector agropecuario no se le da la relevancia que tiene en la economía argentina, algo que se traduce en que las discusiones del sector están ausentes de la agenda política. “No se le da la importancia que debería tener. Dos de cada tres dólares que ingresan a la Argentina provienen del sector agroindustrial. La argentina vive del campo y eso es algo que no se tiene en cuenta desde los sectores políticos”, aseguró.
Por Germán de los Santos
Fuente: La Nación