La creatividad de medidas adversas a la producción no tuvo limites, perdiéndose competitividad sistémica a lo largo y ancho de todo el territorio nacional.
La diversidad de dólares con los cuales a diario trabajamos, refleja el desorden económico generado a lo largo de los anteriores gobiernos y evidencia la mala administración de los recursos y el despilfarro realizado a costa de los sectores productivos.
El esfuerzo de nuestros antepasados nos permitió ser reconocidos como abastecedores confiables de alimentos al mundo y hoy ese mismo mundo, anhela y apuesta por nuestro resurgimiento.
Hoy conocemos por lo menos 20 tipos de cambios diferentes y algunos distorsionan los precios relativos de los diversos sectores de la economía, encareciendo los costos y restringiendo los ingresos y atentando en contra de la inversión.
Para nombrar algunos tenemos al dólar oficial, el blue, el solidario, el MEP, el CCL, el Cripto, el futuro, el Tarjeta, el Coldplay entre otros que podríamos llamar financieros.
Además, en el sector agroindustrial tenemos el dólar soja, maíz, trigo, sorgo, girasol, carne y diversos dólares que corresponden a los productos de las economías regionales, dólares creado por impuestos distorsivos como los Derechos de Exportación.
Como si esto fuera poco está el dólar importación, que es el dólar oficial más impuesto país y el dólar exportación que es el resultante de las liquidaciones de exportaciones del Programa Impulso exportador, que establece un mix entre el 80% del dólar oficial y el 20% del CCL y que ronda los 894 pesos.
Para ordenar y eliminar algunos, se aproxima una gran oportunidad, el aporte de divisas de la agroindustria.
La unificación cambiaria podría llevarse a cabo más pronto de lo esperado, a diario observamos como la brecha entre el oficial, los dólares financieros y el blue, se diluye. Además, las reservas se van recuperando y el mercado, por sí solo, está mostrando esta tendencia.
Gracias a los frutos de la fuerte inversión que realizó el sector agropecuario y el fuerte ajuste que se ha implementado, se puede ir transformando el calamitoso estado que dejó la anterior administración al Banco Central en una herramienta de política monetaria que impulsar el desarrollo sustentable.
Afortunadamente la cosecha de granos gruesos está avanzando día a día, a pesar de que el Niño realiza diversas travesuras, todos somos conscientes de la importancia de su aporte al país, históricamente en los meses de mayo, junio y julio nos ofrece la mayor cantidad de divisas, que sin lugar a dudas nos ayudará a salir de la peor crisis económica, financiera y social de la historia.
Números
El girasol ya superó el 91% del área cosechada, el sorgo el 15%, el maíz el 12% y la soja ya arrancó, solo es cuestión de paciencia para que ingresen las divisas tan esperadas.
Durante el primer trimestre del año la liquidación de divisas supera en un 61,4% a la del año pasado, ingresando 4523 millones de dólares y ahora, durante abril, podremos llegar a observar que se liquiden más de 140 millones de dólares diarios versus los casi 80 millones de marzo. Se podría estimar que, entre el 15 de abril y el 15 de agosto, se podrían estar liquidando alrededor de 10.000 millones de dólares.
Durante el presente año las exportaciones agrícolas aportarán poco más de 32.000 millones de dólares, a pesar de la caída de precios de las commodities en los últimos meses.
Si a este fenomenal y muy oportuno aporte agroindustrial le adicionamos que la inflación continua con su tendencia bajista y que se consolida el camino hacia el superávit fiscal y comercial, podríamos animarnos a decir que dimos la patada inicial en este gran desafío, transformar a la Argentina en un país serio y confiable.
Debemos tener en cuenta que para consolidar este rumbo y que el esfuerzo que la sociedad está realizando no se menoscabe, es necesario que con madurez política se llegue a un acuerdo que brinde seguridad jurídica y respaldo a las transformaciones que se están implementando.
En un escenario donde se consolide la transformación, salir de la estanflación sería más rápido, las inversiones empezarían a concretarse y nuestro país comenzará a recorrer el sendero del crecimiento sustentable.
El autor es consultor en agronegocios y energía renovable
Por Ernesto Ambrosetti
Fuente: La Nación