Por Belén Arce – Especialista en sustentabilidad y comunicación
Argentina, con su vasta extensión de tierras fértiles y clima variado, ha sido históricamente uno de los principales productores y exportadores de productos agropecuarios a nivel mundial.
El sector agroindustrial es un pilar fundamental de la economía argentina, generando empleo, ingresos por exportaciones y contribuyendo significativamente al Producto Interno Bruto (PIB). Sin embargo, este sector, como muchos otros, enfrenta importantes desafíos relacionados con la sostenibilidad.
Pero, ¿qué es la sostenibilidad? Se define como el desarrollo que satisface las necesidades del presente, sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades.
Este concepto abarca tres pilares fundamentales: económico, social y ambiental, integrando estrategias que aseguren la viabilidad a largo plazo de los recursos naturales, la inclusión social y el crecimiento económico.
LA SOSTENIBILIDAD EN EL SECTOR AGROPECUARIO
En este marco, otra pregunta que se impone es: ¿Qué impacto tiene el sector agropecuario? Los sistemas agrícolas ejercen una presión cada vez mayor sobre los recursos naturales y contribuyen cada vez más a las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI).
Informes señalan que el 30% de estas emisiones corresponden a la agricultura. Otros datos a tener en cuenta son que el 90% de la deforestación mundial es impulsada por la expansión agrícola y el 70% del uso del agua dulce del planeta se puede atribuir a esta actividad [1].
Vale mencionar que, en las prácticas agrícolas actuales, hay algunas afectando a la sostenibilidad ambiental, la salud pública y la inclusión económica, imponiendo costos significativos, tales como la contaminación del suelo y el agua, el uso ineficiente de la tierra y el deterioro de la salud ambiental, entre otros.
Algunos ejemplos [2]:
La agricultura industrializada le cuesta al medio ambiente el equivalente a unos 3 billones de dólares cada año.
Las prácticas agropecuarias actuales pueden acelerar la erosión hasta 1000 veces y representan una alteración para el suelo y el agua, pudiendo provocar por ejemplo, eutrofización de agua.
La agricultura ha pasado de la producción de alimentos a la generación de piensos para animales, biocombustibles e ingredientes industriales para alimentos procesados, ya que la ganadería se ha multiplicado más de 3,5 entre 1970 y 2011.
Las prácticas agrícolas representan un riesgo para la vida acuática, lo que conduce a una disminución deficiente de la productividad agrícola y pérdidas de biodiversidad.
LA SOSTENIBILIDAD, UNA PRIORIDAD GLOBAL
Así, otro interrogante que se impone es qué factores impulsaron que la sostenibilidad sea hoy una prioridad a nivel global.
Cambio Climático
La necesidad urgente de mitigar el cambio climático ha llevado a las empresas a adoptar prácticas sostenibles para reducir sus emisiones de carbono.
El cambio climático no solo afecta al medio ambiente, sino que también pone en riesgo la estabilidad económica y social a nivel mundial.
Argentina cuenta con una meta de adaptación al cambio climático, detallado en su “Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático al 2030”.
La meta consiste en construir capacidades, fortalecer la resiliencia y disminuir la vulnerabilidad frente al cambio climático, en los distintos gobiernos locales y sectores, a través de medidas que prioricen a las comunidades y los grupos sociales en situación de vulnerabilidad, y que incorporen el enfoque de género y la equidad intergeneracional.
Objetivos para 2050
Los compromisos internacionales, como el Acuerdo de París, establecen metas ambiciosas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y limitar el aumento de la temperatura global a 1.5°C.
En el caso de Argentina, a través del “Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático al 2030”, el país detalla los medios y acciones a llevar adelante para alcanzar las metas de adaptación y mitigación planteadas en su Segunda NDC (Contribución Determinada a Nivel Nacional) y su actualización.
Su meta de mitigación es no exceder la emisión neta de 349 MtCO2e para 2030, objetivo aplicable a todos los sectores de la economía.
Regulaciones
Las nuevas normativas de la Unión Europea (UE), como la Directiva sobre Informes de Sostenibilidad Corporativa (CSRD) y el Reglamento de Deforestación (EUDR), exigen a las empresas mayor transparencia en sus prácticas sostenibles, fomentando la adopción de estándares más estrictos y sostenibles.
La Directiva sobre Informes de Sostenibilidad Corporativa (CSRD) requiere que las empresas de cualquier industria midan y reporten sus avances en sostenibilidad con mayor precisión y transparencia.
Aunque este proceso plantea desafíos significativos, también ofrece oportunidades para mejorar la gestión sostenible y demostrar el compromiso de la empresa con la sostenibilidad.
Aunque es una directiva de la UE, la CSRD también se aplica a empresas con sede en el extranjero que tienen presencia en la UE. Esto significa que una hipotética empresa con sede en Latinoamérica con docenas de subsidiarias tiene que cumplir con la CSRD si incluso una de esas subsidiarias está en la UE.
Requiere una “doble materialidad”, lo que significa que las empresas tendrán que revelar no sólo los riesgos que enfrentan debido a un clima cambiante, sino también los impactos que pueden causar al clima y a la sociedad.
Además, la CSRD exigirá que los datos de sostenibilidad de las empresas se presenten en un formato digital estandarizado. Esto tiene como objetivo proporcionar un formato claro para los informes de sostenibilidad de las empresas (que actualmente están plagados de muchos formatos idiosincrásicos) que permita una mejor comprensión y una comparación más fácil entre las empresas.
La normativa CSRD es crucial para las empresas agro de Latinoamérica porque promueve la transparencia, el cumplimiento normativo, la reducción de riesgos, la eficiencia operativa, el acceso a financiamiento, la preparación para futuras regulaciones y el impacto positivo en la comunidad y el medio ambiente. Adoptar estos estándares es una inversión en la sostenibilidad y el éxito a largo plazo de las empresas agrícolas.
El Reglamento de Deforestación (EUDR), en tanto, establece que los productos que contengan dentro de su composición soja, ganado bovino, cacao, café, entre otros, deben cumplir con condiciones específicas como la ausencia de deforestación en las áreas de origen de dichos productos primarios y la conformidad con la legislación del país de producción, amparados por una declaración de due diligence.
Para ello, las empresas deberán mejorar la trazabilidad de sus datos y la integridad de sus procesos, y requerirán la implementación de medidas correctivas para cumplir con los requisitos del reglamento EUDR.
El Reglamento afecta a las empresas que importan, colocan, ponen a disposición o exportan desde el mercado de la UE productos básicos mencionados arriba. Esto incluye tanto a empresas con sede en la UE como a empresas internacionales y se aplica a todos los canales de ventas, incluido el comercio minorista en línea, desde el momento en que un producto ingresa al mercado hasta el momento en que se entrega a los consumidores finales.
El reglamento distingue entre “operadores” que colocan estos productos en el mercado de la UE por primera vez y “comerciantes” que revenden los productos. Ambos grupos deben cumplir ciertos requisitos para poder cumplir con las directrices del EUDR.
En su esencia, EUDR impulsa la creación de cadenas de valor sostenibles al exigir que las empresas rastreen y reporten el origen de sus materias primas, asegurando prácticas libres de deforestación y explotación. Esto no solo protege los recursos naturales, sino que también mejora la transparencia y la confianza en la cadena de suministro.
TENDENCIAS DE SOSTENIBILIDAD EN EL AGRO
Si bien todo parece pesimista, la sostenibilidad sigue siendo un punto brillante en el horizonte. Cada vez más empresas buscan impulsar el crecimiento a través de la sostenibilidad. Esto significa no solo centrarse en el crecimiento de los ingresos sino también en el crecimiento de los resultados, al mismo tiempo que se aumenta el capital social impulsando un impacto positivo que beneficie a las comunidades y al medio ambiente.
A continuación, se detallan las principales tendencias a tener en cuenta.
Prácticas agrícolas regenerativas: muchas empresas argentinas están adoptando prácticas agrícolas regenerativas que se centran en la salud del suelo y la biodiversidad. Estas prácticas incluyen la rotación de cultivos, el uso de abonos orgánicos, la reducción del uso de agroquímicos y la integración de ganado para mejorar la fertilidad del suelo.
Economía Circular: el enfoque en la economía circular está ganando terreno, donde los residuos agrícolas se reutilizan y reciclan para minimizar el desperdicio y maximizar el uso eficiente de los recursos. Por ejemplo, los restos de cultivos pueden convertirse en compost o biomasa para generar energía.
Gestión sostenible del agua: dada la importancia del agua en la producción agropecuaria, muchas empresas están invirtiendo en tecnologías de riego eficiente, tales como el riego por goteo y el uso de sensores para monitorear la humedad del suelo, reduciendo así el consumo de agua y mejorando la eficiencia en su uso.
Energías renovables: la transición hacia energías renovables es otra área clave. Empresas agropecuarias están instalando paneles solares y molinos de viento para generar energía limpia y reducir su dependencia de combustibles fósiles, disminuyendo así su huella de carbono.
Certificaciones y normativas: para acceder a mercados internacionales y cumplir con regulaciones más estrictas, muchas empresas argentinas de este sector están obteniendo certificaciones de sostenibilidad, como Global GAP, Rainforest Alliance y certificaciones orgánicas. Además, se alinean con normativas internacionales como las que destacamos anteriormente.
Impacto social: además de los aspectos ambientales, las empresas del sector agroindustrial en Argentina también están enfocadas en el impacto social. Esto incluye mejorar las condiciones laborales, promover la equidad de género, y apoyar el desarrollo de las comunidades locales a través de programas de responsabilidad social corporativa (RSC).
Tecnología aplicada al sector: la inteligencia artificial responsable está transformando el sector agropecuario al mejorar la precisión en la gestión de cultivos, optimizar el uso de recursos y prever condiciones climáticas adversas. Estas tecnologías permiten a los agricultores tomar decisiones informadas y reducir su impacto ambiental. La adopción de tecnologías avanzadas, como la inteligencia artificial, el internet de las cosas (IoT) y blockchain, está permitiendo a las empresas mejorar la eficiencia y sostenibilidad de sus operaciones. Por ejemplo, la trazabilidad de los productos a lo largo de la cadena de valor asegura prácticas sostenibles y transparentes, mientras que la IA optimiza el uso de recursos y mejora la gestión de cultivos.
¿QUÉ VALOR APORTA LA SOSTENIBILIDAD?
Bajo todo este panorama, y en un contexto en el que la presión social, las regulaciones ambientales y la creciente demanda de productos responsables son cada vez más evidentes, las empresas que adoptan prácticas sostenibles se posicionan favorablemente para enfrentar los desafíos del futuro.
A través de la innovación, el acceso a nuevos mercados y la mejora de la resiliencia climática, la sostenibilidad se presenta como una vía no solo para minimizar el impacto ambiental, sino también para maximizar el rendimiento y la competitividad.
A continuación, se detallan los principales valores que la sostenibilidad aporta a estos tipos de negocios.
Eficiencia de costos: la implementación de prácticas sostenibles puede reducir los costos operativos a través de la eficiencia energética y la gestión sostenible de recursos. Por ejemplo, el uso eficiente del agua y la energía puede disminuir significativamente los gastos.
Acceso a nuevos mercados: la sostenibilidad facilita la entrada a mercados que valoran prácticas responsables y están dispuestos a pagar más por productos sostenibles. Empresas argentinas que obtienen certificaciones de comercio justo pueden acceder a mercados en Europa y Estados Unidos, donde los consumidores valoran la sostenibilidad. Se estima que el gasto mundial en comidas de origen vegetal alcanzará los 140.000 millones de dólares en 2029.
Innovación en productos: el desarrollo de productos agrícolas ecológicos y responsables puede abrir nuevas oportunidades de mercado y satisfacer la creciente demanda de consumidores conscientes. Por ejemplo, empresas que producen alimentos orgánicos, como verduras y frutas sin pesticidas, han visto un aumento en la demanda. Esto no solo mejora la salud del consumidor, sino que también permite precios premium.
Imagen corporativa positiva: las empresas también responden a las expectativas de consumidores y grupos de interés que demandan productos y servicios sostenibles, lo que impulsa a las empresas a adoptar prácticas más responsables. En el mercado actual, los consumidores se preocupan cada vez más por el impacto medioambiental y social de los productos que adquieren. Las empresas que demuestran un compromiso genuino con la sostenibilidad suelen disfrutar de una mayor lealtad a la marca y confianza de los clientes. Esta reputación positiva puede atraer a una base de clientes más amplia, sobre todo entre los millennials y la Generación Z, que dan prioridad a la sostenibilidad en sus decisiones de compra.
Resiliencia climática: la adopción de prácticas agrícolas sostenibles mejora la resiliencia frente a los impactos del cambio climático, asegurando la continuidad del negocio a largo plazo. Por ejemplo, la implementación de sistemas de riego eficientes, como el riego por goteo, que permiten un uso óptimo del agua en tiempos de sequía; alternar cultivos de maíz y legumbres, lo que no solo mejora la salud del suelo, sino que también reduce riesgos económicos; rotación de cultivos, que ayudan a mantener la fertilidad del suelo y reducen la dependencia de fertilizantes químicos.
Cumplimiento Normativo: la sostenibilidad ayuda a minimizar los riesgos legales y asegura el cumplimiento con las regulaciones internacionales, como CSRD y EUDR, entre otras, evitando posibles sanciones y mejorando la posición competitiva de la empresa.
En conclusión, la sostenibilidad es un motor de crecimiento esencial para las empresas argentinas agroindustriales y agropecuarias.
Al adoptar prácticas sostenibles, estas empresas no solo contribuyen a la protección del medio ambiente, sino que también obtienen beneficios económicos, mejoran su imagen corporativa y aseguran su cumplimiento normativo.
La sostenibilidad ha dejado de ser una opción. Es un imperativo estratégico y una ventaja competitiva esencial para las empresas que buscan prosperar en la economía digital. El camino hacia un futuro sostenible es cada vez más accesible y rentable.
Fuente: Infocampo