Rodolfo Rossi es un nombre con peso propio en la industria argentina de las semillas: fue quien introdujo y desarrolló en Argentina la soja RR, resistente a glifosato, y que pasó a la historia como el primer cultivo transgénico aprobado en Argentina y que fue el puntapié para el “boom” agrícola que comenzó a principios del Siglo XXI.
Por eso, es una palabra autorizada para dar sus impresiones sobre lo que fue el 2° Congreso Argentino de Semillas, organizado por la Asociación de Laboratorios Agropecuarios Privados (ALAP) en la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba (FCA-UNC).
Al ser consultado por Infocampo, durante el evento, sobre qué es lo que más le había sorprendido de las diferentes charlas, no dudó: el impacto que están teniendo las nuevas tecnologías en los procesos de obtención y desarrollo de nuevas variedades y cultivares.
Para Rossi, una de las ventajas de estos sistemas avanzados es que aumentan la precisión y reducen la subjetividad, además de que al demorar el proceso menos tiempo, se ahorra dinero.
“Nosotros siempre decimos que un breeder debe tener buen ojo. Yo soy de los años del ojo. Pero la verdad es que la computación puede reemplazarlo o ser una ayuda muy útil. Probablemente el breeder siempre tenga que estar y poner la firma, pero las tecnologías son importantes”, completó.
SEMILLAS CON INNOVACIONES
En esta línea, durante el 2° Congreso Argentino de Semillas hubo dos paneles que abordaron esta temática: “Análisis de calidad de semillas” y “Producción de semillas de calidad e innovaciones tecnológicas”.
Entre los avances destacados, se presentaron herramientas que mejoran la eficiencia y calidad de los procesos como el uso de inteligencia artificial, análisis espectroscópicos y tecnologías de imágenes digitales que permiten realizar evaluaciones más precisas, rápidas y no destructivas de las semillas.
“La necesidad de tecnologías no invasivas que sean capaces de revelar información sobre el estado fisiológico, molecular, bioquímico o morfológico del interior de la semilla es de importancia primordial”, agregó Bert van Duijn, presidente de Nuevas Tecnologías de ISTA, investigador y disertante principal del eje temático.
Del mismo modo, en lo que respecta a la incorporación de tecnología para lograr una mayor sustentabilidad en la cadena agrícola, desde el proceso de selección y mejoramiento genético, se hizo foco en cómo puede colaborar la industria semillera para reducir la huella de carbono en los procesos productivos y aportar a la mitigación del cambio climático.
En ese sentido, se mostraron varios casos de estudios relacionados a esta temática, por ejemplo, a través de la incorporación de los subproductos de la industria semillera a modelos de economía circular, o al reemplazo de productos químicos por otros de origen biológico para el tratamiento de semillas.
“Se abordaron los desafíos que la cadena de producción de semillas debe atravesar para sumarse a la sustentabilidad agrícola, garantizando productos de calidad, con la premisa de proteger los recursos para las nuevas generaciones y reducir los riesgos al medio ambiente”, enfatizó Urbinatti.
Fuente: Infocampo