Con el derrumbe de ayer hasta los $1.055 el dólar libre quedó muy cerca del tipo de cambio oficial, con lo que la brecha se achicó a menos de 3 por ciento. De esta manera, todos los tipos de cambio financieros (incluyendo al MEP y al CCL) quedaron cómodamente por debajo de los $1.100, un nivel que hace pocos días era considerado como un piso difícil de perforar.
Con esta nueva disminución, el dólar libre quedó como el más barato de los dólares financieros y acumula una caída de 30% desde el pico de $1.500 que había tocado a mediados de julio. Desde entonces, el equipo económico aceleró la puesta en marcha de la “fase 2″ del programa, que básicamente dejó fija la base monetaria amplia. Anoche, el BCRA bajó las tasas de interés.
El objetivo principal fue brindarle garantía a los mercados respecto a la decisión de no emitir pesos. El diagnóstico de Luis “Toto” Caputo finalmente se cumplió: cada vez es más notorio que faltan pesos y lo que están sobrando son dólares.
La estacionalidad está jugando un rol importante en estos días. Las empresas precisan acumular pesos para pagar el medio aguinaldo antes de las Fiestas. Y las familias precisan vender dólares para salir a cubrir gastos corrientes o afrontar otras obligaciones. En las mesas de dinero reconocen que prácticamente todos los que llaman quieren vender dólares contra muy pocos que quieren comprar, en una relación de 10 a 1.
Por otra parte, las empresas y los inversores aprovechan para seguir haciendo “carry trade”. En la medida que el tipo de cambio sigue en baja, las tasas de interés en pesos son lo suficientemente atractivas para conseguir buenas ganancias en moneda dura.
Incluso los importadores demoran el acceso al mercado cambiario para quedarse en pesos y sacarle todo el jugo posible a los rendimientos en moneda local.
Tanto Caputo como el Presidente, Javier Milei, defendieron la revaluación del tipo de cambio, un fenómeno que, según ellos está relacionado con la mayor confianza que genera Argentina. El superávit fiscal también es responsable de esta apreciación del tipo de cambio, ya que el Central ya no tiene que emitir para cubrir el agujero de las cuentas públicas.
Ahora todas las miradas apuntan a las eventuales medidas que podrían adoptarse para ponerle un piso al tipo de cambio. El objetivo sería evitar una caída exagerada a causa de las trabas cambiarias que existen por el cepo.
Una de las medidas que asomaban como obvias era una reducción adicional de las tasas de interés, a partir de la reducción de la inflación. Eso hizo anoche el banco Central: la tasa de referencia era de 35% y la bajó tres puntos porcentuales, a 32 por ciento.
Caputo aseguró que la inflación esperada para el 2025 es de 20%, por lo que aún con una nueva reducción seguirían en terreno positivo.
Además de la baja de tasas, también hay muchas opciones relacionadas con tomar medidas para avanzar con una salida gradual del cepo cambiario, lo que permitiría que más sectores tengan acceso a divisas. Hoy la mayoría de las empresas se ve obligada en quedarse en pesos por las regulaciones. Y además tienen restricciones cruzadas: las que acceden al dólar oficial no pueden ir al CCL por los siguientes 90 días.
Según los participantes del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que divulgó ayer el Central, se proyecta un dólar a $1.250 para fines del año que viene. Esto significa, en el mejor de los casos, que de acuerdo a los participantes del mercado, el dólar se movería parejo con la inflación.
Sin embargo, existe también una opinión creciente que el tipo de cambio se seguirá apreciando en 2025, pero más lento que lo sucedido a lo largo del año.
La preocupación, sobre todo en las empresas, pasa por las dificultades para mantenerse competitivas, en un contexto de salarios mucho más altos en dólares y mayor apertura económica.
Fuente: Infobae